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¿Por qué es mala la desinformación? ¿Cuáles son las consecuencias de difundir mala información? ¿Cómo se puede impedir?
La desinformación y la desinformación están en todas partes, lo que lleva a creencias inexactas y visiones del mundo distorsionadas. Sin embargo, refutar estas formas de información falsa puede resultar extremadamente difícil.
Siga leyendo para saber por qué la desinformación no sólo es mala, sino a veces peligrosa, y cómo puede evitar que se propague.
La desinformación es mala, a veces mortal
La desinformación y la desinformación proliferan en la sociedad moderna. Cada día, la gente lee, cree y comparte información engañosa o directamente falsa. Debido a toda esta desinformación, las personas desarrollan creencias inexactas y visiones distorsionadas del mundo. Esto puede provocar confusión, frustración e incluso acciones extremas a nivel individual, y políticas equivocadas y perjudiciales a nivel social. A continuación, utilizaremos un ejemplo para explicar por qué la desinformación es mala y puede incluso tener consecuencias mortales en la sociedad.
Desinformación durante la pandemia de Covid
Muchas personas -especialmente estadounidenses- creyeron la información errónea de que las vacunas Covid son más peligrosas que la propia enfermedad. Como consecuencia, unos 234.000 estadounidenses murieron cuando podrían haber salvado la vida si se hubieran vacunado.
¿Cuál es la diferencia entre desinformación y desinformación? La desinformación es simplemente información inexacta, como rumores infundados o interpretaciones erróneas de los hechos. Por el contrario, la desinformación es información deliberadamente engañosa destinada a manipular a la gente, como los bulos y la propaganda.
Este artículo explicará exactamente por qué la desinformación y la desinformación son malas, explorando los peligros generales de la información falsa para las personas y la sociedad en general. Luego examinaremos por qué es tan difícil luchar contra la información errónea y algunas posibles estrategias para hacerlo.
Los peligros de la mala información
La desinformación y la desinformación son malas porque ambas suelen llevar a la gente a adoptar creencias erróneas o equivocadas. Esas creencias, a su vez, afectan a su visión del mundo, incluyendo su voto y su forma de actuar. En casos extremos, estas formas de información pueden incitar al odio, la violencia y el malestar social, opueden utilizarse para sofocar protestas haciendo creer a la gente que los problemas sociales son menos graves de lo que realmente son.
Cómo evitar que se difunda la mala información
La solución obvia a la información errónea parecería presentar información precisa para contrarrestarla. Sin embargo, refutar la información errónea es mucho más difícil que difundirla, por lo que un enfoque reactivo no es muy eficaz. De hecho, puede ser incluso contraproducente: refutar información errónea suele hacer que la gente se aferre más a sus creencias equivocadas.
¿Qué es el prebunking?
Entonces, si desacreditar no funciona, ¿qué se puede hacer? El "prebunking" -enseñara la gente con antelación a reconocer y rechazar los tipos comunes de desinformación- puede ser una solución más eficaz. El prebunking se describe como una vacuna para la mente y, de hecho, el proceso es muy similar a la inoculación médica.
El prebunking consiste en exponer a las personas a información errónea que suscita dudas, incitándolas a ejercitar su capacidad de pensamiento crítico (en un esfuerzo por demostrar que la información es errónea). La experiencia les ayuda a reconocer tipos similares de información errónea en el futuro.
Abordar el vínculo entre creencias e identidad
Aunque el prebunking es más eficaz que la desacreditación de la información incorrecta, centrarse en la verdad frente a la falsedad puede ser erróneo. Quienes creen que la comprobación de hechos y el prebunking resolverán la crisis de desinformación pasan por alto el hecho de que las creencias, las emociones y la identidad están estrechamente vinculadas. En otras palabras, la desinformación no sólo afecta a lo que la gente cree que es verdad, sino también a cómo se ven a sí mismos.
Debido a ese vínculo entre creencias e identidad, los investigadores han descubierto que muchas personas simplemente no quieren ser corregidas. Buscan y se aferran a la información -exacta o no- que confirma lo que ya creen, mientras que rechazan la información que cuestiona sus creencias. Por eso, por ejemplo, la gente sigue insistiendo en que las vacunas Covid son peligrosas a pesar de la abundancia de pruebas de que no lo son. Está claro que el mero hecho de aportar pruebas no ha servido para acabar con esta creencia errónea; oponerse a la vacuna Covid se ha convertido en parte de la identidad de las personas, y abandonar esa creencia es como abandonar lo que son.
Actualmente no hay una respuesta clara a cómo podemos cambiar convicciones tan arraigadas, pero está claro que vigilar el flujo de información no es suficiente.
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