Este artículo es un extracto de la guía del libro de Shortform "El elefante en el cerebro" de Robin Hanson y Kevin Simler. Shortform tiene los mejores resúmenes y análisis del mundo de los libros que deberías leer.
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¿Por qué mentimos sobre nuestros motivos? ¿Por qué intentamos engañar a los demás y a nosotros mismos sobre las razones de nuestros comportamientos?
A primera vista, la idea de los motivos ocultos puede parecer enrevesada. La respuesta, según Kevin Simler y Robin Hanson, es que, como especie social cooperativa, evolucionamos para promover nuestros propios intereses aparentando el mayor desinterés posible, y es más fácil engañar a los demás si ya nos hemos engañado a nosotros mismos.
Exploremos esta teoría sobre por qué mentimos sobre nuestras razones para hacer lo que hacemos.
De dónde vienen los motivos ocultos
¿Por qué nos mentimos a nosotros mismos y a los demás sobre nuestros motivos? Las normas de la sociedad evolucionaron para imponer comportamientos prosociales como la cooperación, el compartir y la no violencia. Por tanto, nuestras motivaciones egoístas están en contradicción con las normas que nos rigen. Pero, en lugar de hacer que los humanos seamos menos egoístas por naturaleza, Simler y Hanson afirman que las normas han llevado a los humanos a desarrollar formas de promover nuestras motivaciones egoístas al tiempo que aparentamos adherirnos a las normas sociales. En otras palabras, hemos desarrollado toda una serie de estrategias para eludir el cumplimiento de las normas y salirnos con la nuestra haciendo "trampas" en nuestros juegos sociales. Estas estrategias incluyen:
- Pretextos:damos razones socialmente aceptables para hacer algo que en realidad hacemos por motivos egoístas. Por ejemplo, el "trolling de la preocupación" es la práctica de socavar deliberadamente a otra persona o descarrilar una discusión bajo la apariencia de interés genuino y compasión (como criticar el peso de alguien mientras dices que sólo te preocupa su salud).
- Discreción:utilizamos palabras en clave, subtextos, insinuaciones, lenguaje corporal, etc. para evitar manifestar abiertamente nuestras intenciones. Por ejemplo, algunos conservadores estadounidenses adoptaron la frase "Let's Go Brandon" como código para "F**k Joe Biden", lo que les permite decir algo que no siempre es aceptable decir en público y señalar la pertenencia a un grupo (porque no todo el mundo conoce la referencia).
- Nos pasamos de la raya: enlugar de infringir las normas abiertamente, ponemos a prueba sus límites de forma sutil y plausiblemente negable. Por ejemplo, la historia del automovilismo está llena de ejemplos de equipos que interpretan de forma creativa las normas para obtener ventajas, como cuando algunos equipos de Fórmula 1 instalaron "sistemas de frenos refrigerados por agua" para eludir las normas de peso mínimo desprendiéndose de peso durante la carrera y volviéndolo a colocar antes del pesaje posterior.
La idea es que podemos actuar de forma egoísta y competitiva mientras convencemos a todo el mundo de que nuestros motivos son puros y obedecemos las normas sociales. Pero, según Simler y Hanson, a menudo no nos damos cuenta de que estamos utilizando estas estrategias: comoel engaño es más fácil de llevar a cabo cuando nos creemos nuestras propias mentiras, evolucionamos para engañar a los demás y engañarnos a nosotros mismos simultáneamente.
(Nota breve: una vez más, no está claro hasta qué punto son inconscientes muchos de estos comportamientos. Autores como Niccolo Macchiavelli o Robert Greene han dado consejos sobre cómo manipular a los demás para conseguir tus propios fines utilizando medios que a menudo son bastante similares a los que describen Simler y Hanson. Por ejemplo, en Las 48 leyes del poder, Greene describe tácticas como hacerse pasar por un amigo para espiar a otros (en otras palabras, utilizar un pretexto) y decir poco para permanecer ambiguo (en otras palabras, ejercer la discreción). Domar al elefante: Si somos conscientes de estas estrategias, podemos elegir comportarnos de forma más honesta (siguiendo las normas o rompiéndolas abiertamente ) o mejorar nuestros engaños (por ejemplo, aplicando las leyes del poder de Greene).
Simler y Hanson afirman que, para ayudarnos a engañarnos a nosotros mismos y a los demás, el cerebro humano está formado por una serie de módulos autónomos, lo que significa que podemos ocultarnos información a nosotros mismos (incluidos nuestros verdaderos motivos). Afirman que el cerebro tiene un módulo de "secretaría de prensa" que se encarga de explicar nuestras acciones al mundo exterior y a nosotros mismos.
Al igual que su homólogo en la vida real, el trabajo de nuestra secretaria de prensa interna consiste en dar la mejor imagen posible de todo lo que hacemos. Del mismo modo, nuestro secretario de prensa interno tiende a no mentir descaradamente, sino a decir verdades selectivas ignorando los aspectos menos atractivos de nuestro comportamiento. Por ejemplo, un político puede decir que se metió en política para servir al bien público, lo cual puede ser cierto. Pero lo que nunca admitiría ante los demás -y posiblemente ante sí mismo- es que el poder y el prestigio también le atrajeron al cargo público. Simler y Hanson sostienen que esta manipulación interna está tan arraigada que nos engañamos constantemente a nosotros mismos. Señalan estudios que demuestran que si nos engañan para que hagamos algo o tomemos una decisión que no queríamos hacer -y si no nos damos cuenta del engaño-, explicaremos y defenderemos "nuestra" elección sin darnos cuenta de nada malo.
La importancia de las normas internalizadas El autoengaño puede ser, como sugieren Simler y Hanson, una ventaja estratégica a la hora de eludir las normas. Pero también hay razones para pensar que el autoengaño sirve a un propósito más fundamental al permitirnos eludir las normas en primer lugar. Según el filósofo Michel Foucault, cuando las normas se imponen mediante la observación constante, las interiorizamos y nos regimos por ellas. En Disciplina y castigoFoucault sostiene que los sistemas sociales modernos funcionan como un panóptico, una prisión teórica diseñada para que los prisioneros sepan que pueden estar siendo observados en un momento dado, pero no puedan verificar si lo están o no. En una prisión así, dice Foucault, los reclusos se adhieren al código de conducta no porque se les obligue abiertamente, sino porque su perpetua visibilidad unilateral les condiciona a hacerlo. Recordemos que, al igual que el panóptico metafórico de Foucault, nuestros juegos sociales hacen que siempre estemos observando y siendo observados por los demás. Parece probable, pues, que con las normas ocurra algo parecido. Si haces demasiado ruido en una biblioteca y tus compañeros te hacen callar, probablemente sentirás vergüenza, y esta vergüenza podría ser suficiente para que en el futuro regulases tu propio volumen en la biblioteca. Del mismo modo, probablemente no serías abiertamente grosero con un colega que te cae mal, no sólo porque temes las represalias de ese colega o de tus superiores, sino también porque a muchos de nosotros nos parece mal insultar a la gente a la cara en un entorno profesional. Incluso si nuestra razón para "ser un buen colega" es egoísta -por ejemplo, no queremos perjudicar nuestras posibilidades de ascenso-, la cuestión es que imponemos la norma del "buen colega" por nuestra cuenta. Y si ese es el caso, si interiorizamos las normas hasta el punto de vigilar proactivamente nuestro propio comportamiento, entonces es posible que necesitemos engañarnos a nosotros mismos no sólo para ayudarnos a engañar a los demás, sino para violar las normas en primer lugar. En otras palabras, cuando hacemos un cumplido a un compañero de trabajo que nos desagrada en lugar de insultarlo abiertamente, no sólo buscamos una negación plausible si nuestro compañero se enfada, sino que buscamos una forma de que nuestros verdaderos sentimientos traspasen la aversión al conflicto y el sentido del decoro que actúan como guardianes de nuestras propias acciones. |
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Esto es lo que encontrará en nuestro resumen completo de El elefante en el cerebro :
- Cómo el comportamiento humano se rige por motivos egoístas
- Por qué tu propio cerebro te oculta tus intenciones
- Por qué el objetivo de la educación es certificar a los futuros empleados
Me ha gustado mucho el resumen y el impresionante contenido