Este artículo es un extracto de la guía del libro de Shortform "Mistakes Were Made (But Not by Me)" de Carol Tavris y Elliot Aronson. Shortform tiene los mejores resúmenes y análisis del mundo de los libros que deberías leer.
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¿Por qué la gente hace daño a los demás? ¿Por qué la gente justifica causar daño?
Aunque no siempre podemos entender por qué la gente hace daño a los demás, sí podemos intentar comprender cómo lo justifican. En MistakesWere Made (But Not by Me), Carol Tavris y Elliot Aronson sostienen que utilizamos la autojustificación para herir a los demás y así conservar nuestra reputación de buenos y correctos.
Sigue leyendo para descubrir cómo excusar el daño acaba perjudicándonos a nosotros mismos y cómo podemos superarlo.
Cómo justificamos causar daño
¿Por qué la gente hace daño a los demás? A veces las personas infligen dolor para librarse de su propio dolor, pero no les gusta admitirlo. Los autores afirman que cuando hemos causado daño, utilizamos la autojustificación para preservar nuestra imagen de personas buenas y justas. Cuando hacemos algo que hiere a otra persona, solemos reducir la disonancia resultante justificándonos de una de estas tres maneras:
- Negar totalmente la irregularidad
- Poner excusas que minimicen nuestra culpabilidad: por ejemplo, "no pude evitarlo" o "me provocaron".
- Aceptar la responsabilidad de nuestros actos, pero considerarlos incidentes aislados del pasado e ignorar sus consecuencias en el presente.
Reacciones al herir o ser herido
Los autores señalan que, cuando hacemos daño a otra persona, solemos intentar dejar atrás nuestras acciones dañinas rápidamente para resolver la dolorosa disonancia de nuestros actos. Con el tiempo, la distorsión de la memoria y la autojustificación ayudan a reducir el aguijón de la culpa y el remordimiento.
(Nota breve: A menudo, intentamos dejar atrás acciones de las que nos avergonzamos reprimiendo las emociones dolorosas que las acompañan, como la culpa. Pero esto no es eficaz a largo plazo: las emocionesque reprimimos pueden empeorar con el tiempo, dañar nuestra autoestima y provocar problemas de salud física. En lugar de reprimir tus sentimientos, escribe lo que te ha hecho sentir culpable. Reconoce cualquier otra emoción que acompañe a la culpa: rabia, arrepentimiento, etc. Examínalas sin juzgarlas. Examínelas con curiosidad y sin prejuicios: a menudo, la situación que provocó su sentimiento de culpa es más compleja de lo que cree. Analizarla puede ayudarle a resolver de forma productiva su disonancia y a comprender todos sus sentimientos al respecto).
En cambio, cuando nos han hecho daño, solemos aferrarnos al dolor del suceso durante mucho tiempo. Es mucho más probable que informemos de consecuencias negativas duraderas de las acciones de la persona que nos hizo daño.
(Nota breve: Puede ser difícil perdonar a alguien cuando te ha hecho daño, sobre todo cuando justifica sus actos en lugar de disculparse. Sin embargo, los expertos afirman que perdonar también puede ser bueno para nuestra salud y felicidad. Entonces, ¿cómo saber cuándo ha llegado el momento de perdonar? Normalmente, somos capaces de perdonar cuando se cumplen tres condiciones: Primero, has recibido una disculpa sincera. En segundo lugar, has podido recuperarte del daño; si una herida emocional o física es permanente, es mucho más difícil perdonar. Tercero, el comportamiento ofensivo ha cesado. Si alguien te hace daño de la misma manera una y otra vez, no está dando prioridad a tu bienestar y no está realmente arrepentido. La próxima vez que te cueste perdonar, pregúntate si se cumplen todas estas condiciones).
Además, a veces utilizamos el victimismo para justificar el daño sin empañar nuestra imagen de buena persona. Ser agraviado crea un sentimiento de justicia propia que podemos utilizar para justificar la crueldad hacia la persona que nos hizo daño con el fin de vengarnos de ella.
Cómo hacer las paces puede curar a ambas partes
Aunque muchos de nosotros ignoramos, restamos importancia o negamos nuestros actos para resolver la disonancia que se produce cuando hemos hecho daño a alguien, ésa no es la mejor ni la única forma de sentirse mejor. Más bien, reparar el daño y reconocer que lo has hecho mal puede ser curativo tanto para ti como para la persona a la que has herido.
Enmendar las cosas puede resultar doloroso al principio, pero también te permite dejar atrás la vergüenza interiorizada por cometer errores para que puedas aprender, crecer y sanar. Cuando haces daño a los demás, también te haces daño a ti mismo, y racionalizar con excusas o negar tu culpabilidad sólo refuerza la idea de que no puedes cometer errores. En realidad, todos somos falibles, y aceptarlo enmendándolo puede ser un acto de autocompasión que te permita perdonarte a ti mismo.
Para la persona a la que has hecho daño, reconocer el papel que has desempeñado en su sufrimiento puede ayudarla a curarse haciéndola sentir comprendida y validada. Demuestra que te importan sus sentimientos y que te has esforzado por comprender su punto de vista. Dicho esto, para que las disculpas sean curativas, deben ser sinceras; si no lo son, pueden empeorar la situación.
En parte, eso significa evitar el hábito que mencionan Tavris y Aronson de minimizar tus acciones porque ocurrieron en el pasado: tus acciones pueden seguir afectando mucho a la persona a la que heriste, aunque ya las hayas superado. Si te disculpas después de mucho tiempo, explica por qué has tardado tanto y empatiza con los sentimientos que puedan quedar.
Practicar la aceptación radical
En Aceptación radicalTara Brach sostiene que cuando alguien nos hiere o nos traiciona, arremetemos contra él porque sus acciones nos hacen sentir indignos, sobre todo cuando se trata de alguien a quien queremos. Empezamos a pensar que hay algo malo en nosotros, y nos resentimos tanto con la otra persona por sus acciones como con nosotros mismos por ser indignos de amor. En lugar de autojustificar el mal comportamiento impulsado por estos sentimientos de ira y resentimiento, Brach sugiere practicar la aceptación radical: aceptar que las malas acciones no significan que alguien sea una mala persona y que todo el mundo tiene bondad en su interior. Primero, acepta la bondad que hay en ti mismo, perdónate por tus propias acciones dañinas y deja ir la culpa y el resentimiento que utilizas para protegerte del dolor. Entonces, podrás empezar a perdonar a los demás.
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¿Te gusta lo que acabas de leer? Lee el resto del resumen y el análisis del libro "Se cometieron errores (pero no por mí)" de Carol Tavris y Elliot Aronson en Shortform.
Esto es lo que encontrará en nuestro resumen completo Errores cometidos (pero no por mí):
- Por qué nos sentimos incómodos cuando actuamos de un modo que no se ajusta a nuestros valores
- Cómo las pautas de autojustificación pueden hacer que nuestras creencias difieran mucho de las de los demás.
- Cómo romper el ciclo de la autojustificación y exigirnos responsabilidades