Contra la empatía, de Paul Bloom: Resumen del libro y conclusiones

Este artículo es un extracto de la guía del libro deShortform "Contra la empatía" de Paul Bloom. Shortform ofrece los mejores resúmenes y análisis de libros que deberías leer.

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¿Estás a favor o en contra de la empatía? ¿Por qué habría alguien de estar en contra? ¿Existe el exceso de empatía?

En Contra la empatía, Paul Bloom sostiene que confiamos demasiado en nuestras emociones -especialmente en la empatía- para guiar nuestros juicios, decisiones y comportamientos. Sugiere que nuestras respuestas empáticas a otras personas pueden alejarnos del curso de acción moralmente bueno y correcto.

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Contra la empatía, de Paul Bloom

La creencia generalizada es que, cuando no tratamos a otra persona con amabilidad o no nos entendemos, la culpa es de la falta de empatía, y que podríamos solucionar el problema intentando experimentar el mundo como lo hacen los demás. Pero, ¿y si no es un déficit de empatía, sino un exceso de ella, lo que hace que nos tratemos mal?

En Contra la empatíaPaul Bloom sostiene que, si queremos hacer del mundo un lugar mejor, quizá necesitemos cambiar nuestra relación con la empatía, dejando de lado esta respuesta emocional al sufrimiento ajeno y aplicando en su lugar una forma racional de compasión. 

Bloom es profesor de psicología y ciencias cognitivas en la Universidad de Yale. También es autor de varios libros, entre ellos Solo bebés (2013), El punto dulce (2021), y Psych (2023). Contra la empatía (2016) es una ampliación de ideas aparecidas originalmente en publicaciones como The New Yorker y The Atlantic.

Exploraremos los argumentos de Bloom en contra de permitir que la empatía influya en nuestras decisiones. Veremos por qué la empatía puede no ser necesaria para que nos comportemos amable y compasivamente con otras personas, y también exploraremos cómo Bloom recomienda tomar decisiones mejores y más morales.

¿Qué argumentos hay en contra de la empatía?

Bloom sostiene que la empatía es inadecuada para la tarea de guiar decisiones que tienen consecuencias morales. Escribe que, cuando permitimos que la empatía dirija nuestras decisiones, a menudo no conseguimos hacer del mundo un lugar mejor. Por eso propone que, en lugar de dejar que la empatía determine nuestras acciones, tomemos decisiones de forma racional.

Exploraremos qué es la empatía, cómo argumenta Bloom en contra de la empatía como guía de nuestro comportamiento y las consecuencias que se derivan de confiar demasiado en la empatía en nuestros juicios y decisiones.

¿Qué es la empatía?

La empatía es la experiencia de entender el mundo como otra persona, una definición que Bloom toma prestada del filósofo Adam Smith. Bloom explica que, cuando Smith escribía en el siglo XVIII, lo que hoy llamamos "empatía" recibía el nombre de "simpatía", que Smith definía como nuestra capacidad natural de sentir lo que sienten los demás.

Sentir empatía por otras personas requiere que difuminemos un poco las líneas que nos separan de los demás. Bloom escribe que, aunque existe una diferencia en la representación cerebral del yo frente al otro, también hay un solapamiento entre ambos, y este solapamiento puede conferir ventajas evolutivas. Por ejemplo, puede impulsarnos a proteger a los miembros de nuestra familia como nos protegemos a nosotros mismos, asegurando la supervivencia de nuestro material genético.

Bloom diferencia dos tipos de empatía que nos dotan de formas distintas de preocuparnos por otras personas: la empatía cognitiva y la empatía emocional.

Empatía emocional frente a empatía cognitiva

Al definir la empatía y esbozar sus argumentos en contra de ella, Bloom caracteriza la "empatía emocional" y la "empatía cognitiva" como dos experiencias internas distintas. Escribe que algunos neurocientíficos creen que el cerebro utiliza en realidad dos sistemas diferentes para estos procesos, uno que nos permite sentir los sentimientos de otra persona y otro que nos permite comprender los sentimientos de otra persona.

El tipo de empatía contra el que Bloom argumenta a lo largo del libro es la empatía emocional. La empatía emocional consiste en sentir las emociones de otra persona y simular sus experiencias. Se cree que esta capacidad se basa en sistemas neuronales como las neuronas espejo: células cerebrales que se activan tanto cuando realizamos una acción como cuando observamos a otra persona realizarla. Algunos investigadores creen que las neuronas espejo representan el punto de partida neuronal de la empatía.

La empatía cognitiva implica una apreciación más distanciada de las experiencias de otra persona. También llamada "mentalización" o "teoría de la mente", la empatía cognitiva implica comprender las emociones que experimenta otra persona sin experimentarlas uno mismo. Bloom no se opone al uso de la empatía cognitiva. De hecho, sugiere que necesitamos comprender las experiencias de los demás para tomar decisiones moralmente buenas, y la empatía cognitiva nos ayuda a hacerlo.

Cuando Bloom escribe que la empatía es una guía inadecuada para nuestros juicios y decisiones, se refiere a la empatía emocional. A partir de este momento, cuando nos refiramos a "empatía", hablaremos de empatía emocional y no de empatía cognitiva.

¿Qué tiene de malo la empatía?

Aunque mucha gente piensa que la sociedad adolece de falta de empatía, Bloom sostiene que más empatía no haría del mundo un lugar más amable. Reconoce que en los estudios y en algunas situaciones del mundo real, sentir empatía por otras personas puede hacernos más amables, aunque no seamos capaces de comprender los sentimientos de los demás. Pero escribe que la moralidad requiere algo más que empatía y que tenemos formas más eficaces de ser amables y compasivos.

Bloom afirma que una forma de tomar decisiones morales sin basarse en la empatía es adoptar la filosofía del "consecuencialismo", una teoría ética que sugiere que consideremos los resultados probables de nuestras acciones e intentemos tomar decisiones que consigan los mejores resultados. Bloom argumenta que cuando consideramos las decisiones de este modo, podemos ver que las consecuencias de la empatía suelen ser negativas. 

Como no podemos predecir lo que ocurrirá en el futuro, las acciones motivadas por la empatía pueden tener consecuencias imprevistas. Bloom escribe que la empatía conduce a malas decisiones y a decisiones que producen malos resultados. Por ejemplo, puedes sentirte mal por un amigo del trabajo al que no han ascendido y hablar bien de él con tu jefe. Si lo ascienden y resulta ser un pésimo gestor, eso es un mal resultado involuntario para tu amigo y las personas a las que dirige.

Bloom también sostiene que podemos observar muchas deficiencias de la empatía en las consecuencias negativas que genera para la calidad de nuestras decisiones y sus resultados. A continuación, exploraremos algunas de las formas negativas en que la empatía puede influir en nuestras decisiones y acciones. 

La empatía refuerza nuestros prejuicios

En primer lugar, la empatía nos predispone a favorecer a las personas con las que más nos identificamos -las que están emparentadas con nosotros, son parecidas a nosotros y están psicológicamente cerca de nosotros-, por lo que puede perjudicarnos frente a personas diferentes o distantes de nosotros. Del mismo modo, el hecho de sentir empatía por alguien está influido por lo que pensamos de esa persona y por cómo juzgamos su situación.

Los prejuicios y los sesgos son un problema porque, según Bloom, la imparcialidad es el núcleo de todos los sistemas morales. Aunque pocas personas elegirían un sistema moral de imparcialidad total -la mayoría de nosotros pensamos que es correcto que nos preocupemos más por las personas cercanas que por los extraños-, los prejuicios de la empatía nos hacen menos capaces de emitir juicios morales justos.

La empatía motiva acciones amables, pero no moralmente correctas

Bloom escribe que un segundo defecto de la empatía es que nos motiva a aliviar el sufrimiento a corto plazo mediante acciones que pueden tener consecuencias negativas para la persona a la que intentamos ayudar, o incluso para todo un grupo de personas, a largo plazo.

Una de las razones por las que las acciones motivadas por la empatía no siempre son morales es que a menudo la empatía se enfoca de forma arbitraria. Bloom señala que no miramos con lógica dónde podríamos hacer más bien. En su lugar, dejamos que nuestra atención y nuestras preferencias dicten cómo dirigimos nuestra empatía. Por eso las acciones que motiva la empatía pueden no ser moralmente correctas, aunque sean bondadosas.

Por ejemplo, los padres motivados fuertemente por la empatía pueden intentar evitar que sus hijos sufran a corto plazo y no tener en cuenta las prioridades a más largo plazo. La acción más cariñosa e inteligente (y moralmente correcta) es exigir al niño que vaya al dentista o haga los deberes, aunque en ese momento le cause dolor o frustración.

La empatía tiene un enfoque limitado

Un tercer defecto de la empatía es que es más fácil sentir empatía por una persona que por varias y difícil sentirla por un grupo, por lo que la empatía nos predispone a tomar decisiones que dan prioridad a un individuo frente a un grupo. Esto no es lo mejor si priorizar las necesidades de una persona tiene consecuencias negativas para los demás.

La empatía es agotadora

En cuarto lugar, la empatía puede ser onerosa de experimentar y mantener: Bloom escribe que las personas que anteponen las necesidades de los demás a las suyas propias o que son muy empáticas pueden sufrir consecuencias negativas, como sentirse molestas por el dolor ajeno o tener relaciones en las que no reciben tanta atención como la que dan. Esto ocurre porque la empatía implica sufrir cuando otras personas sufren, lo que no sólo resulta angustioso, sino que también puede mermar nuestra capacidad de ayudar a la persona que sufre.

La empatía motiva la violencia

Un último defecto de la empatía es que puede motivarnos a comportarnos de forma agresiva para proteger a alguien que ha sido agraviado. Bloom escribe que la empatía puede incluso motivarnos a entrar en conflicto en nombre de la víctima de la violencia o la injusticia. 

Ofrece el ejemplo de cómo los blancos del Sur de Estados Unidos empatizaban con las mujeres blancas supuestamente violadas por hombres negros y respondían con linchamientos y otras formas de violencia.

¿Por qué no es necesaria la empatía? 

A menudo nos basamos en la empatía cuando tomamos decisiones que afectan a otras personas. Aunque Bloom argumenta en contra de confiar en la empatía, no aboga por comportarse de forma egoísta o no tener en cuenta las necesidades de los demás. Por el contrario, afirma que podemos ser personas amables y compasivas sin que la empatía forme parte de nuestro proceso de toma de decisiones

Exploraremos la explicación de Bloom de que no tenemos que sentir empatía por alguien para tratarlo con amabilidad o para actuar moralmente. También examinaremos su argumento de que la violencia y la crueldad no son resultado de la falta de empatía y expondremos su argumento de que no es la empatía lo que nos hace comportarnos de forma moralmente correcta. 

No necesitamos empatía para actuar con amabilidad

Una de las razones por las que Bloom sugiere que la empatía es innecesaria es que no tenemos que sentir empatía por alguien para tratarlo con amabilidad. Esta idea se desglosa en tres ideas: que hay múltiples emociones que permiten el comportamiento amable, que la preocupación es mejor que la empatía para motivar la amabilidad y que la preocupación motiva la preocupación. A continuación analizaremos cada una de ellas. 

El autocontrol, la inteligencia y la compasión hacen posible la bondad

Bloom escribe que no es la empatía sino el autocontrol, la inteligencia y la compasión lo que nos ayuda a comportarnos amablemente con los demás. El autocontrol y la inteligencia se explican relativamente por sí mismos, y Bloom define la compasión como la preocupación por los demás y el deseo de que tengan éxito.

Podemos Compórtate amablemente cuidando, no empatizando

Bloom no sólo escribe que la empatía es innecesaria para preocuparse por los demás, sino que también argumenta que podemos ser mejores personas, más morales, si nos resistimos a actuar como nos incita la empatía. Por ejemplo, cuando alguien está angustiado, a veces puede ser más útil que reaccionemos con calma y racionalmente en lugar de asumir la angustia de la otra persona. De ese modo, nuestra capacidad para comprender la situación y resolver el problema no se verá obstaculizada por nuestras emociones.

Bloom señala que nos sentimos felices cuando alguien a quien queremos es feliz y tristes cuando alguien que nos importa está triste no porque nuestras emociones reflejen las de la otra persona, sino porque surgen de nuestro afecto por ella. También señala que nuestras emociones pueden impedir que compartamos la felicidad de otra persona, por ejemplo cuando sentimos envidia del logro que la ha hecho feliz, en cuyo caso es mejor no confiar en nuestras emociones.

La preocupación, no la empatía, nos motiva a cuidar de los demás

Otra razón por la que no necesitamos empatía para actuar con bondad es que , en realidad, no es la empatía, sino la preocupación, lo que nos motiva a cuidar de otras personas. Las presiones de la selección natural motivan el comportamiento altruista porque es evolutivamente ventajoso para nosotros cuidar de quienes comparten nuestros genes. Bloom explica que la evolución humana nos ha dotado de una preocupación fundamental por el bienestar de los demás. Esta capacidad evolucionada de preocupación (más que la empatía) es lo que nos motiva a cuidar de los demás.

No necesitamos empatía para entender la moral

Una segunda razón por la que Bloom sostiene que la empatía es una guía inadecuada para nuestras decisiones morales es que nuestro sistema moral consiste en algo más que simples respuestas empáticas. Bloom sugiere que la capacidad de los niños para ayudar a los demás, quizá sin verdadera empatía, demuestra que podemos comportarnos de forma que nos preocupemos por los demás sin sentir sus emociones ni asumir sus experiencias

Bloom considera la idea de que la empatía podría representar un peldaño en el desarrollo hacia una comprensión más madura de la moralidad. Pero concluye que no disponemos de pruebas suficientes para saber si los niños ayudan a los demás porque sienten empatía (sienten lo que sienten los demás) o porque simplemente se preocupan por los demás. Como las pruebas no son concluyentes, Bloom escribe que no podemos demostrar que la empatía sea necesaria para el desarrollo de la moralidad.

No es la falta de empatía la causa de la violencia y la crueldad

Por último, una tercera razón por la que Bloom caracteriza la empatía como inadecuada para guiar nuestras decisiones es que la empatía no siempre nos impide tratar mal a otras personas y, a la inversa, no es necesariamente la falta de empatía lo que causa la violencia o la crueldad

Bloom escribe que existen varias teorías sobre por qué nos comportamos de forma cruel. Algunos expertos piensan que el comportamiento violento es una disfunción del autocontrol. Otros creen que la violencia forma parte de nuestra naturaleza. Además, a veces actuamos con crueldad de forma deliberada y coherente con nuestro sentido de la moralidad. En todos estos casos, no es la falta de empatía lo que provoca el comportamiento violento.

Algunos expertos defienden la teoría de que la falta de empatía puede conducir a la agresión, ya que nos lleva a deshumanizar y cosificar a otras personas. Pero Bloom sostiene que la empatía no es un componente necesario de nuestra capacidad para evitar la deshumanización. En otras palabras, no necesitamos la empatía para elegir tratar a otras personas como plenamente humanas.

Bloom también señala que, como hemos visto antes, la empatía (y no la falta de empatía) puede estar implicada en algunos actos de violencia. Por ejemplo, la empatía puede haber desempeñado un papel en la motivación de atrocidades como el genocidio de judíos durante el Holocausto. Esto se debe a que la gente empatizaba con los niños alemanes que supuestamente habían sido maltratados por judíos hasta tal punto que creían que los actos crueles y violentos, incluido el genocidio, parecían justificables.

¿Cómo podemos tomar mejores decisiones, con o sin empatía?

Al deconstruir cómo la empatía afecta a nuestras decisiones y conduce a resultados menos que ideales, Bloom propone una alternativa a la empatía: la compasión razonada. Exploraremos cómo describe Bloom la compasión razonada y argumenta que nos da la capacidad de comportarnos de forma más racional que cuando nos guiamos por la empatía. También examinaremos las recomendaciones de Bloom sobre las estrategias que puedes utilizar para tomar decisiones más morales cuando tus acciones afectan a otras personas.

¿Qué es la compasión razonada? 

Al argumentar en contra de tomar decisiones utilizando la empatía, Bloom afirma que deberíamos utilizar una compasión consciente, deliberada y "razonada" para asegurarnos de que actuamos con cuidado hacia los demás. 

Aunque la "compasión razonada" pueda sonar similar a la "empatía cognitiva" -que, como recordatorio, implica comprender las experiencias de los demás y tiene cabida en nuestras interacciones con los demás, según Bloom- hay una diferencia clave entre ambas. Mientras que la empatía cognitiva implica comprender lo que siente otra persona, la compasión consiste menos en pensar en la experiencia de otra persona y más en preocuparse por ella y su bienestar. Como la compasión implica preocuparse por los demás y querer que sean felices y prosperen, nos permite sentir por los demás sin asumir sus sentimientos.

Bloom explica que, con la compasión razonada, podemos aplicar nuestra capacidad de pensamiento racional a los problemas morales. Esta forma de compasión combina nuestra capacidad de preocuparnos por los demás con nuestra habilidad para tomar decisiones objetivas e imparciales. La inteligencia, el autocontrol y la preocupación por los demás son componentes clave de la compasión razonada, y todos ellos pueden influir en nuestras decisiones. Por ejemplo, si tu comunidad se ve azotada por una tormenta devastadora, podrías elaborar un plan lógico para distribuir los recursos de la forma más amplia posible entre las personas afectadas, en lugar de centrarte únicamente en las personas que conoces y con las que empatizas de forma natural.

¿Tenemos capacidad de razonar? 

Bloom anticipa una razón importante por la que la gente podría oponerse a su sugerencia de sustituir la empatía por la compasión racional: Algunos estudiosos sugieren que nuestra capacidad de pensamiento racional no es lo bastante fuerte (o dominante) como para imponerse a influencias más emocionales. Pero Bloom no está de acuerdo. Afirma que podemos elegir la razón sobre la emoción cuando tomamos decisiones morales

Una idea que perdura en psicología es que tenemos dos sistemas cognitivos que se dedican a tipos de pensamiento muy diferentes: el emocional y el racional. Bloom explica que, según algunos investigadores, el sistema racional suele ser incapaz de anular el sistema emocional. Somos irracionales en muchos sentidos: Utilizamos heurísticos, o atajos mentales, para tomar decisiones, lo que nos hace sucumbir a la influencia de sesgos cognitivos e ignorar los índices de base en nuestras estimaciones de probabilidades, haciendo juicios incorrectos y decisiones irracionales.

Pero, Bloom escribe que, si estos defectos en nuestra toma de decisiones dejan claro que somos irracionales, nuestra capacidad para superarlos ilustra lo inteligentes que podemos ser a pesar de nuestra irracionalidad. Sugiere que, aunque nuestra capacidad de pensamiento racional no basta por sí sola para convertirnos en personas buenas o morales, la racionalidad es una parte fundamental de la moralidad. En última instancia, concluye que todos tenemos la capacidad de comportarnos racionalmente y tomar mejores decisiones.

¿Cómo podemos tomar decisiones mejores y más morales? 

Si quieres seguir el consejo de Bloom de confiar menos en la empatía y más en la compasión racional para guiar tus decisiones, puede que te ayude tener una idea de por dónde empezar. Exploraremos cuatro ideas que Bloom ofrece para tomar mejores decisiones: estrategias que implican ejercitar tu capacidad de pensar racionalmente y utilizar la empatía de forma productiva y adecuada.  

Ejercer el autocontrol

La primera estrategia para mejorar la toma de decisiones compasiva es practicar el autocontrol, incluso en situaciones en las que se tiende a reaccionar emocionalmente. Bloom escribe que el autocontrol puede ser la medida más útil del pensamiento racional, porque el ejercicio del autocontrol exige que se controlen las emociones, los impulsos y el pensamiento irracional. Practicar el autocontrol puede ayudarte a utilizar la compasión razonada en lugar de la empatía a la hora de tomar decisiones.

Concéntrese en las decisiones importantes

Otra estrategia que puede ayudarte a tomar mejores decisiones morales consiste en prestar especial atención a las elecciones que más importan. Bloom escribe que es más importante comportarse racionalmente cuando tomamos decisiones que afectan a otras personas: Se trata de situaciones en las que las decisiones que tomamos tienen un peso moral. 

Según Bloom, si nos basamos en nuestra preocupación innata por tratar a las personas de forma amable y equitativa y no hacerles daño, podemos tomar decisiones que traten a todas las personas como valiosas. Esto puede ayudarnos a actuar con más compasión hacia todo el mundo que si nos basáramos únicamente en nuestras respuestas emocionales, ya que sentimos con más intensidad el valor de las vidas de las personas más cercanas a nosotros.

Considere las consecuencias

Una tercera técnica para mejorar tu proceso de toma de decisiones consiste en considerar las repercusiones que tus elecciones pueden tener para otras personas. Bloom escribe que , para tomar decisiones moralmente buenas, hay que prever las consecuencias de los actos. Puesto que la empatía no siempre tiene consecuencias positivas -y a menudo las tiene negativas, como argumenta Bloom a lo largo del libro-, pensar en las posibles consecuencias de tus actos puede ayudarte a tomar decisiones más morales y a optimizar tus posibilidades de obtener buenos resultados.

Utilizar la empatía de forma productiva

Por último, Bloom concluye que es importante situar la empatía en el lugar que le corresponde en nuestros procesos de toma de decisiones. Podemos apoyarnos en nuestras emociones para motivarnos a hacer el bien, pero podemos utilizar nuestra capacidad de razonamiento para averiguar cómo hacer el bien. Los puntos débiles de la empatía pueden superar a sus puntos fuertes cuando la utilizamos en el contexto equivocado. Cuando necesitamos tomar decisiones con peso moral, tiene sentido recurrir a alternativas como la compasión razonada.

Contra la empatía, de Paul Bloom: Resumen del libro y conclusiones

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Esto es lo que encontrará en nuestro resumen completo Contra la empatía:

  • Cómo se equivoca el concepto convencional de empatía
  • Cómo la empatía puede motivarnos a actuar de forma injusta, irracional y cruel
  • Por qué deberíamos practicar la compasión racional en lugar de la empatía

Elizabeth Whitworth

Elizabeth lleva toda la vida enamorada de los libros. Devora libros de no ficción, sobre todo de historia, teología y filosofía. El cambio a los audiolibros ha avivado su gusto por la ficción bien narrada, sobre todo la victoriana y la de principios del siglo XX. Aprecia los libros de ideas y, de vez en cuando, los clásicos de misterio y asesinato. Elizabeth tiene un blog y está escribiendo un libro sobre el principio y el fin del sufrimiento.

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